martes, 28 de septiembre de 2010

Cantasma


En mi vida sufrí innumerables veces, pero no hubo dolor más iniciático que la muerte de mi pobre perrito Pelusa.
Yo era chico, pero a partir de aquello supe que no podía existir justicia en un mundo en el que un cachorro muere de moquillo a los cinco meses.
Supe también que todo era un estúpido juego de azar incoherente y aprendí a pasarla realmente mal, lo cual me serviría a posteriori para sentirme superior a los demás.
Sin embargo al tiempo descubrí que mi perro muerto seguía estando.
¿Acaso no era Pelusa el que me mordía los tobillos permanentemente durante mis primeros escarceos amorosos con ocasionales compañeras de universidad?
¿Acaso no era él el que me llenaba la casa de pulgas una década después de su entierro?
¿No era él el que ladraba taladrándome la oreja y lamiéndome la cara cada vez que yo lograba conciliar el sueño?
Cuando cumplí cuarenta años no pude soportarlo más y le grité al viejo mantón sucio que Pelusa usaba para dormir:
“-¡No es mi culpa que existan enfermedades, dejame en paz!!!!”
Pero no sirvió de nada: todavía siguen apareciendo zapatos mordidos por toda la casa y mi perro parece seguir esperando que le solucione el problema.

RANKING CONTRADICTORIO

Como contradictoria es la realidad, así es la vida de Seba Dantí, quien presenta el ranking de las contradicciones, oposiciones y dicotomías en las letras de las canciones que escuchamos a diario.

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